Discurso de apertura

¡Bienvenidas, mujeres! ¡Benvegudes, dones! Benvidas, mulleres! ¡Ongi etorri, emakumeak!... Y, ¡bienvenida(s) muhere(s)! Que para algo estamos en Andalucía y también debemos reivindicar nuestra peculiaridad dialectal.

Os recibe el Sur. Y hemos querido comenzar de forma oficial este XII Encuentro con el joven grupo, “Maneras de Sentir”, porque con su entusiasmo, su mezcla de estilos y compases, y sobre todo, con su fuerza y energía representaba de una bellísima manera plástica y musical todo aquello que en estas jornadas que pasareis entre nosotras os queremos transmitir.
Os recibe el Sur, Andalucía, una tierra de encuentros y mestizajes, entrecruce de culturas y encrucijada de las más variadas civilizaciones, en la que antes que mujeres fuimos gynaikes, mulieres, nisáun, nashim, y que se yo tantas formas que los que por aquí pasaron tuvieron de llamarnos; una tierra que quiere seguir siendo hospitalaria y acogedora por más que el sistema se empeñe en convertirnos en guardianes de las puertas del bienestar, celadores de la entrada al paraíso consumista del primer mundo y frontera insalvable para los que no hacen más que reclamar lo que es suyo en un mundo injustamente repartido.

Y desde aquí, desde esta tierra en la que ya en el s. IX Aisha bint Ahmed, poetisa y mujer liberada, declaraba en sus versos ser una leona que no se vende a perros, en donde Mariana Pineda bordaba libertades, que un siglo más tarde Victoria Kent defendería en el parlamento, para que María Zambrano pudiera repensarlas y formularlas aunque fuera en el exilio, desde este Sur tantas veces denigrado por su supuesto subdesarrollo, imaginado en falsos tópicos, ancestralmente crucificado y olvidado venimos nosotras a hablar hoy de “resurrección”, de renacer en la plenitud una vida nueva, y a esa resurrección añadimos el complemento “en cuerpo de mujer”. Y es que creemos que es nuestra hora, que las mujeres estamos plenas de pensamiento y reflexión, preñadas de palabra para lanzarla a los cuatro vientos y que sea oída en la Iglesia como en la sociedad. Estamos asistiendo al resurgir de una teología hecha por mujeres, femenina y feminista, pues parece que la ruáj, la fuerza femenina y vivificadora del Espíritu, ya lo dijo el propio Jesús, sopla donde quiere, y en esta época de aparente sequía intelectual para los sesudos doctores de hábito y sotana que pueblan los despachos de las facultades de Teología ha surgido, cual manantial fecundo en medio del desierto, un nutrido grupo de mujeres, religiosas y seglares, que, con su pensamiento original, con su forma nueva y diferente de hacer y sentir la Teología, han venido a llenar ese vacío y a mostrarnos unas nuevas perspectivas exegéticas que vienen a implementar las ya existentes. Merece, pues, la pena que nos paremos hoy a analizar este fenómeno.

Veo que entre las asistentes se encuentran algunos varones. Mirad, nos alegra que vengáis a escuchar lo que las mujeres tenemos que decir. Sí, sí, habéis oído bien: he dicho escuchar, pues a eso venís, ¿no? Las mujeres llevamos siglos siendo silenciadas, ahora hemos tomado la palabra. Es en justicia nuestro turno, ya que llevamos veinte siglos esperando. Además así os brindamos la oportunidad de hacer un sano ejercicio de empatía con el que podréis, en estos dos días, poneros en el que durante tanto tiempo fue nuestro lugar y de este modo comprendernos mejor. Y ya que hablo a los varones también tenemos, por otra parte que dar las gracias a aquellos que han colaborado con nosotras, a los que han asumido, no ya la cuota del cincuenta por ciento que les corresponde en las tareas domésticas, sino el cien por cien para que nosotras nos dedicáramos más libremente a preparar este Encuentro, a los que nos ha ayudado y asesorado en las tareas informáticas y no han dudado en echarnos una mano en los mil detalles que había que preparar. Gracias, de verdad a todos.

Y, si hablamos de agradecimientos no podemos olvidar a quiénes, con su aportación han hecho posible este Encuentro: a la Caja de ahorros “El Monte”, que no dudó en apoyar económicamente el proyecto que le presentamos; a la Delegación de la Mujer del Ayuntamiento de Sevilla, a Victoria, Concejala y amiga, y a su Directora, nuestra querida Gabriela; al Ayuntamiento de Dos Hermanas y su Área de la Mujer que también ha tenido a bien colaborar con nosotras. Pero sobre todo queremos dar en este momento las gracias al Colegio Internacional “Alminar” por su cálida acogida y en especial a su Director, Manuel Ramírez. Gracias, querido Manolo por tu clara e incondicional apuesta por la causa de las mujeres.

Otras que merecen también un especial reconocimiento en este momento son las colaboradoras, nuestras “diaconisas” que os están atendiendo y haciendo más fácil y agradable la estancia, las de la flor en el pelo. Unas son jóvenes procedentes de distintos movimientos, otras han acudido a la llamada de la amistad y otras pertenecen a nuestra querida “hija laica”, la Asociación de Mujeres para la comunicación “Descubriendo Espacios”.

Pero este duodécimo Encuentro de “Mujeres y Teología” no hubiera podido llevarse a cabo sin la colaboración de todas aquellas que nos han ayudado a llenarlo de contenido: Pilar de Miguel, que asumió gustosa la tarea de ser nuestra ponente, Mercedes Navarro, Trini León, Dolores Aleixandre y las teólogas de la ATE que en todo momento nos han apoyado y con las que tantos caminos hemos de recorrer de la mano; el grupo de “Mujeres y Teología” de Madrid, que aceptó el reto de preparar la primera mesa redonda de la tarde; Toñi y Fran, que nos regalarán un hermoso cuento que nos dará qué pensar; y todas vosotras, en fin, que habéis venido de todos los puntos de nuestro país para compartir experiencias, proyectos, inquietudes, para convivir juntas, celebrar y gozar la vida, para, en definitiva, amarnos si cabe un poquito más al sentirnos unidas en la pluralidad, en la riqueza de nuestras diferencias.

Mas ahora es el momento de que callen las palabras para que el arpa de Esperanza llene de música el silencio y nos apreste el ánimo para la densa jornada que hoy nos aguarda.

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