PONENCIA "RESURRECCIÓN EN CUERPO DE MUJER" POR PILAR DE MIGUEL

                    -INTRODUCCIÓN
                    -BREVE CRONOLOGÍA INTRODUCTORIA Y UBICADORA
                    -“EL FEMINISMO” CRISTIANO ESPAÑOL
                    -ALGUNAS CONSECUENCIAS
                    -TEOLOGÍA FEMINISTA (¿FEMENINA?)
                    -REFLEXIÓN FINAL










INTRODUCCIÓN



La canción de las preguntas

Madre, pregunta la hija inteligente,
¿quiénes son tus madres?,
¿quiénes son tus ancestras?,
¿cuál es nuestra historia?
Danos un nombre. Nombra nuestra genealogía.

Madre, pregunta la hija temerosa,
Si aprendo mi historia,
¿no me enfadaré?,
¿no me amargaré como Miriam,
que fue privada de su profecía?

Madre, pregunta la hija simple,
Si Miriam yace enterrada en la arena,
¿por qué tenemos que desenterrar sus huesos?,
¿por qué tenemos que apartarla del sol y de la piedra
a la que pertenece?

La que no sabe cómo preguntar
No tiene pasado
No tiene presente,
No puede tener ningún futuro
Sin conocer a sus madres,
Sin conocer sus iras,
Sin conocer sus preguntas”


Me reconozco en muchas ocasiones y también al pensar en esta reflexión, como la hija temerosa o simple, al igual que todas nosotras en tantas ocasiones, pero también al mismo tiempo soy y me decido a ser con determinación e invitaros a ser la hija inteligente. He creído percibir este sesgo en el grupo organizador de Andalucía, y especialmente de Sevilla, al titular el encuentro: Resurrección en cuerpo de mujer y sobre todo, al subtitularlo: panorama teológico hispano-español, femenino feminista .

Me alegra especialmente este intento de reivindicar la memoria, porque ésta es muy frágil y de ello sacan mucho provecho, tanto el pensamiento políticamente correcto como los poderes dominantes de todo tipo. Esto es lo que hay, lo que hay es lo mejor posible, etc...tratando de someternos a lo que Amelia Valcárcel denomina con certera precisión “la ablación de la memoria”, con consecuencias devastadoras especialmente para las mujeres, obligándonos permanentemente a comenzar de cero.

En este sentido, me encanta provocar con estas líneas de Joan Chittister, a quien reconozco como una de las pensadoras cristianas actuales más lúcidas:

“Gritaban a voz en cuello, las metían en la cárcel, eran despreciadas por las mujeres “honradas”, denunciadas por los clérigos, obligadas a comer por la policía...No eran “simpáticas”. Eran vuestras abuelas. Eran las sufragistas. Y tenían razón”.

Comparto también con Celia Amorós su reflexión de que “nada es mejor que una buena cronología”. De otro modo, corremos el riesgo de que nuestras descendientes crean que siempre ha sido así y olviden la pasión y la vida luchadora de tantas, antes y ahora, como si la conquista de derechos sociales, políticos, culturales, económicos y religiosos fueran asuntos que han ido cayendo del cielo cual maná u otorgados por quienes los poseían por “derecho divino”, gracias a su benevolencia o magnanimidad, dejándolas así a la intemperie creyendo ingenuamente que mañana será mejor y que llegan las cosas sólo porque el tiempo pasa.

Si algo nos muestra la historia es que se puede ir a peor si no se anda con ojo, y aún así. Algo vamos aprendiendo de ello, por eso sabemos que es bueno visibilizar nuestros logros para interrumpir la dinámica de esta opresión, que la solidaridad asertiva nos es imprescindible para avanzar mejor y me encanta saber que nos hemos vuelto interesantes para nosotras mismas.

Cuando vivimos nuestras vidas como si tantas personas que hicieron que fueran mejores no hubieran existido jamás, sin referentes, sin gratitud. Cuando se empeñan en contarnos que no han existido jamás ni existen, que lo que hay es lo posible, siento una enorme tristeza por la deshumanización que esto significa y reivindico militantemente la memoria. Esta es seguramente una herencia grata y lacerante de mi ser cristiana: haced esto en memoria mía, actualizar mi vida, mi muerte y mi resurrección. Esto es un intento.

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BREVE CRONOLOGÍA INTRODUCTORIA Y UBICADORA



Es evidente que los cambios vividos durante el siglo que acaba de terminar han sido enormes. A nadie se le escapa que uno de los más significativos tiene que ver con la nueva conciencia y dinamismo que las mujeres se han otorgado.

“En el siglo XVIII nace la primera ola de feminismo y se plantea la vindicación de la ciudadanía. Tras esta primera ola, el siglo XIX conoce el movimiento sufragista, la segunda ola, con sus dos vindicaciones principales, el voto y el derecho a la educación en todos sus niveles. En el XX se consiguen (¿) estos objetivos y la tercera ola de feminismo, el feminismo de los setenta, plantea todas las reformas legales y los cambios morales en los que vivimos. A lo largo de esos tres grandes impulsos hacia la paridad, el feminismo como movimiento ha estado acompañado de un discurso teórico político que los validaba. En el feminismo conviven vindicaciones y explicaciones, si bien las primeras han precedido por lo general a las segundas. Es una filosofía política con sus propios clásicos que lleva casi tres siglos a sus espaldas.

En España, el feminismo tiene una singularidad: no podemos encontrar figuras en el pensamiento feminista español antes de la década de los setenta del siglo XX. Las anteriores, o son débiles, o han de ser más bien reinterpretadas en clave feminista. Debido a que aquí hemos sufrido esa “ablación de la memoria histórica”. Esta se refiere a todo lo que truncó la guerra civil y el período posterior: la memoria de lo que había sido y de lo que hubiera sido posible.

Cuando pretendemos hacer historia del feminismo español y leemos las personas que han escrito desde finales del siglo XIX hasta los años treinta, o sabemos de sus biografías, en realidad estamos recuperando, con la ayuda de un puente larguísimo, una memoria que no nos pertenece del todo. Una memoria de la que pretendemos apropiarnos, pero que no es memoria que se haya hecho en nosotras carne propia. Nuestra vidas se vivieron como si todas esas personas no hubieran existido jamás. Supimos de ellas cuando ya éramos personas adultas, con nuestras claves estabilizadas por otras vías.

Recuperar esa memoria, a esas personas, es una labor muy importante. Pero tal recuperación no podrá evitar nunca nuestra primitiva orfandad”

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“EL FEMINISMO” CRISTIANO ESPAÑOL



o como lo titularía María Salas, De la promoción de la mujer a la teología feminista

Lo pongo entre comillas porque tengo una sensación ambigua la respecto. Tomo aquí el feminismo en sentido muy lato, desde aquella conciencia de dignidad específica de mujer que comienza a brotar, aunque sea muy débil y poco refleja hasta la conciencia expresa y teóricamente formulada desde la teoría feminista.

“Los años 50 en España, como ya hemos dicho, no eran favorables para la promoción de la mujer. Los logros obtenidos por los incipientes movimientos feministas, como consecuencia de las luchas desarrolladas a finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, fueron barridos en España después de la Guerra Civil, con la excepción del derecho al voto. Se prohibió el ejercicio de ciertas profesiones como las de notario, registrador de la propiedad, ingeniero, diplomático, etc.; y la casada se vio prácticamente eliminada del mundo laboral, de acuerdo con el Fuero del Trabajo, que declaraba en su punto II que “se liberaría a la mujer del taller y de la fábrica”. Al derogarse la ley del divorcio, automáticamente volvió a ponerse en vigor la normativa anterior, claramente desfavorable para las mujeres.

La mentalidad y las costumbres se correspondían con el espíritu de las leyes. La mayoría pensaba que el espacio natural de la mujer era el hogar, aunque ya no se consideraba mal el trabajo realizado por mujeres solteras...o por mujeres casadas con necesidad económica. De hecho, “lo natural” de la mejer era casarse y dedicar toda su atención al cuidado de la casa y de la familia. De lo demás se ocupaba el marido, que era el mediador entre lo privado y lo público. Por tanto, el ejercía la autoridad, administraba los bienes y tomaba las decisiones. La mujer, por ley y por costumbre, se convertía en una especie de menor bajo tutela.

Aunque el clima no era propicio, contó con sus brechas y sus excepciones. En 1960, las Cortes franquistas aprueban la llamada ley de los Derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer, que elimina gran parte de las discriminaciones impuestas anteriormente. Fue una disposición urgida por la necesidad de mano de obra femenina, derivada de los planes de desarrollo de la época.

Una serie de hechos de esta índole dieron lugar a que fueran cristalizando algunas opiniones favorables a las tesis feministas. Se publicaron libros como La secreta guerra de los sexos de María Campo Alange en 1949, La mujer como mito y como ser humano (1951) y otra de envergadura, la mujer en España: cien años de su historia (1964). Lilí Alvarez reclama también la mayoría de edad de las mujeres en sus obras, En tierra extraña (1954) y Feminismo y espiritualidad (1964) y María Salas, en Nosotras las solteras (1959) denunciaba el matrimonio como única salida posible para las mujeres e invitaba a una vida independiente y propia.

En algunos círculos católicos empezó a sentirse la necesidad de crear foros donde se hiciera oír la voz de las propias mujeres sobre estos temas. Hacia 1955 se formó Amistad Universitaria, una asociación punto de confluencia de tres grupos ya existentes, Mujeres licenciadas de Acción Católica, las Congregaciones Marianas Universitarias y un grupo de universitarias a fines a la Institución Teresiana. Se leían obras de autores españoles y extranjeros , traducidos y en versiones originales, Simone de Beauvoir y Betty Friedman. No se publicaron los debates y estudios pero sirvieron par conferencias, a título personal, por parte de sus miembros y algunas revistas se enriquecieron con estas aportaciones, como por ejemplo Eidos que le dedicó dos números enteros (1964,1968). El enfoque era moderado y respetuoso con al línea oficial de la Iglesia, aunque progresista en relación al conjunto de la sociedad española ,esto dice M. Salas.

Se puso pronto de manifiesto que había posturas muy diferentes y sólo se pusieron de acuerdo en dos puntos: a) el matrimonio no es el único camino para la mujer y b) el trabajo profesional es muy beneficiosos para ella. Los artículos y boletines que publicaban las Mujeres de Acción Católica mantienen, en conjunto, una posición comprometida y relacionan el problema de la mujer con el de todos los colectivos oprimidos.

Existía un foro para dialogar de intelectuales cristianos, aunque también participaban algunos agnósticos, que se reunían en una casa de los jesuitas, y como eran todos varones, Lilí Alvarez escribió a la organización extrañándose de esto y pidiendo explicaciones para esta exclusión. Tardaron en responder, y cuando lo hicieron fue porque propusieron un tema de debate: las relaciones entre los sexos, les pareció entonces necesario que hubiera alguna mujer. Ella y una docena de mujeres fueron invitadas y María Campo Alange hizo una de las introducciones del tema del día. No quedan, parece, documentos escritos de aquellas sesiones, a las que asistieron un curso completo de un modo activo (1960-61). Consiguieron un par de adhesiones, muchas oposiciones corteses y ligeramente condescendientes, y algunas réplicas severas y descalificadoras.

Dice M.S. que no les impresionaron lo más mínimo, a pesar de que entre los oponentes figuraban eclesiásticos de gran poder e influencia. De hecho, Lilí A. escribió al poco tiempo ”hay que afirmar que una bautizada que no fuese feminista no sería una auténtica cristiana en lo que a su postura se refiere respecto de su sexo y de sí misma”.

Después de mucho debate, concluyeron que al igual que no es conveniente un partido político o sindicato cristiano, tampoco debe haber un feminismo cristiano. Existe un feminismo con distintas tendencias, en las que unas tendencias serán más afines al mensaje cristiano o menos, pero ninguna se identificará con él.


El Concilio Vaticano II sirvió como catalizador de toda inquietud alrededor de la anómala situación de las mujeres en la Iglesia. Despertó gran entusiasmo que luego se vio bastante frustrado en este sentido. El concilio no se ocupó expresamente de este asunto. No obstante, por primera vez, un grupo de mujeres recibe invitación, tardía eso sí, ya había habido alguna sesión, en la que el cardenal Suenens advirtió que media humanidad estaba fuera del aula conciliar.

Pablo VI incorporó a la Tercera sesión del concilio, acogiendo la interpelación del cardenal, a 23 mujeres (10 religiosas y 13 seglares), la mayoría de éstas elegidas entre las dirigentes de las Organizaciones Internacionales Católicas. Esta situación insólita hasta el momento está cargada de anécdotas indescriptibles que ha transmitido con gracia Pilar Belosillo, una española entre las 13 seglares elegidas, y que muchas habéis leído o escuchado.

Todo el momento posterior es complejo, pero ahora lo que quiero destacar es que aquí se gesta una primera red de mujeres, diríamos hoy, que posteriormente, gracias a las relaciones establecidas, dentro del espíritu conciliar, y convocando a otras, incluso de otras tradiciones cristianas (laicas, diaconisas, teólogas), constituyen un núcleo de diálogo ecuménico: Iniciativa conjunta del Consejo Mundial de las Iglesias y del Secretariado para la Unión de los Cristianos. Esto sucede en Vicarello, cerca de Roma, en 1965. Cuenta Pilar B. que descubrió a mujeres protestantes de mucha categoría, muy preparadas en teología y Biblia e incluso que temió en un primer momento que pudieran ejercer, por ello, una tutela sobre ellas. Hubo otro encuentro al año siguiente en Suiza. En 1967 en Taizé fue propiamente la Primera Conferencia Ecuménica Internacional Femenina convocada bajo el lema: “La mujer cristiana, co-artífice de una sociedad en evolución”.

Después de los dos primeros encuentros, el Grupo Mixto, órgano oficial entre el Vaticano y el Consejo Ecuménico de las Iglesias, pide a sus respectivas autoridades el nombramiento de un grupo compuesto por 7 mujeres representantes de la Iglesia Católica y 7 del Consejo Ecuménico. Se crea así Enlace Femenino Ecuménico, conocido por las siglas inglesas: WELG. Realiza 4 conferencias, 1968, 1969,1970,1971...

Tras mucho trabajo y mucha historia entre medio, reflexiones y resultados tremendamente interesantes, como la conferencia de Berlín de 1974, cuyo tema fue el sexismo en los años 70, la discriminación contra las mujeres, este grupo será el antecesor del Foro Ecuménico de mujeres cristianas de Europa. Hay que dejar constancia de la importancia enorme que tuvo que las católicas estuvieran presentes en los foros protestantes, donde las mujeres habían conseguido ya un nivel de reflexión teológico bíblico muy importante y otras posiciones en sus iglesias. El Foro se constituye en 1982 en Gwat (Suiza). Posteriormente, en 1986 se funda también en Suiza (Magliaso), una red europea de teólogas que trabajan científicamente, La sociedad europea para la investigación teológica realizada por mujeres (ESWTR).

Gracias a la presencia de mujeres españolas significativas en estas organizaciones, junto a inquietudes que se despertaban en muchas, van naciendo también en España en los 80 algunos grupos. Es interesante destacar como nuestra socialización europea es un hecho desde el comienzo.

En 1986 se crea en España, por iniciativa de Pilar Bellosillo, el Foro de Estudios sobre la mujer. Es miembro del Foro Ecuménico de Mujeres Cristianas de Europa.

En 1986 nace también el primer grupo de Mujeres y Teología, como primer grupo de estudiantes y licenciadas en teología de España. Actualmente, conocéis muy bien la extensión de este movimiento por toda España con grupos autónomos y federados. Es creo yo el momento de dejar por escrito lo que va aconteciendo, tanto como movimiento como los contenidos que van tratando en los doce años de jornadas. Estamos a falta de esta historia, sería de desear que no desapareciera como otras reflexiones anteriores que hemos mencionado. Así en el mismo año se funda también Dones en L´Esglesia.

La Asociación de teólogas españolas (ATE) nace en 1992 con el objetivo de hacer ciencia teológica propia e impulsar también el pensamiento multidisciplinar.

Por lo años 90 surge también la iniciativa Sínodo Europeo, como movimiento renovador que pretende dar cabida a una mayor amplitud de mujeres, teniendo en cuenta las nuevas realidades de las pertenencias eclesiales: hay muchas mujeres de inspiración cristiana que no se sienten representadas por las iglesias, ni por sus instituciones, aunque sean femeninas. Creen que se empeñan en defender más a sus respectivas instituciones y programas en lugar de comprometerse con los asuntos feministas expresos. Es ya fruto también de la reflexión teológica expresamente feminista y no sólo de la hecha por mujeres. La ATE está también en relación con este movimiento desde 1994 y participó activamente en la realización del Primer Sínodo Europeo de mujeres, que tuvo lugar en Gmunden (Austria) en 1996, bajo el lema: Las mujeres por el cambio en el siglo XXI.

Esta tarde nos informarán y convocaran para la realización del Segundo Sínodo, que tendrá lugar en Barcelona el agosto próximo (2003), con el título Compartir culturas.

Más recientemente se ha conformado también en España el grupo Católicas por el derecho a decidir.


Otro de los colectivos que merecería estudio aparte, ahora sólo lo menciono, es el de las religiosas. Las españolas no se han pronunciado públicamente sobre la situación de la mujer en general y escasamente sobre la suya propia dentro de la Iglesia; ni como congregaciones individuales ni como órganos colegiados. Sí ha habido, en cambio, intervenciones individuales de algunas religiosas y los hay en la actualidad. La falta de conciencia de grupos tan significativos dentro de la Iglesia, el escaso apoyo y la cantidad de dificultades que viven muchas mujeres debido a todo ello, las hace aparecer como brazo femenino mantenedor del patriarcado eclesiástico por excelencia. Sin embargo, debido a la complejidad de la cuestión, la dejo suscitada y remito a otras reflexiones realizadas en este sentido y para estudio específico de futuro.

En la actualidad se trabaja con alianzas y redes internacionales, no sólo con europeas. Un ejemplo es la realización en Dublín el verano pasado ( 2001) de la Primera conferencia internacional de la WOW, Women´s Ordination Worldwide, una red que se había reconfigurado en Gmunden(Austria) , con motivo del primer Sínodo europeo; y también de la relación existente con grupos de mujeres de América Latina u otras partes del mundo.

Parece evidente que cuando La Conferencia de Naciones Unidas de 1985, que clausuraba en Nairobi El Decenio de la mujer, instaba a las iglesias a que “suprimieran las enseñanzas y prácticas discriminatorias para las mujeres, como una respuesta cristiana a las estrategias de futuro” aprobadas en aquella conferencia. Y cuando, recogiendo el guante, El Consejo Ecuménico de las Iglesias decretó su Decenio de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres, entre 1988 y 1998. Las mujeres de las Iglesias, no tengo claro que el resto de las Iglesias, escucharon con interés y aumentó su capacidad organizativa a juzgar por las fechas de los surgimientos de nuevas organizaciones y actividades. Así, se oyeron ya otras voces católicas, además del Vaticano, por ej. en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Población y Desarrollo del El Cairo en 1994 y también en la de Pekín.

No debe olvidarse que fue en 1992 cuando el Sínodo general de la Iglesia de Inglaterra tomó la decisión de ordenar mujeres.

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ALGUNAS CONSECUENCIAS



A medida que las mujeres van ganando terreno como agentes religiosos, protagonistas de su propia espiritualidad y pensamiento, se van suscitando algunas preguntas de fondo. Como aquellas que se refieren a la negociación que han de hacer por ejemplo las mujeres católicas con su pertenencia a la Iglesia Católica . De los momentos y fases de los que voy a hablar pueden darse simultáneamente, e incluso en la misma mujer muchas veces a lo largo de la vida

Hay un primer momento en el que la mujer acepta las enseñanzas de la Iglesia y sus prácticas, pues identifica a la iglesia con Dios.
El sentimiento que predomina es la seguridad. Recibe de la Iglesia ideas claras.

Más tarde, empieza a aparecer un cierto malestar, como una experiencia inicial de injusticia, por ser mujer. Se atreve a pensar, aunque trabaja a tope en la Iglesia, que se la trata como inferior.

Puede llegar una tercera etapa que la lleve a reconocer que la Iglesia está atravesada por esta estructura patriarcal que cruza la frontera de todos los sistemas económicos, sociales, educacionales y religiosos de su propia cultura; y opera con los mismos efectos negativos sobre las mujeres de todas las culturas del mundo.

Su respuesta emocional es una mezcla de "schock" y de alivio. Se compadece de las demás mujeres que sufren discriminación en un sentido u otro y siente la necesidad de solidarizarse con ellas.

Después viene el rechazo. Siente con más fuerza su aislamiento en las estructuras patriarcales. Si se ausenta, experimenta la soledad que produce la falta de participación y el miedo de lo que puede llegar a ser sin su Iglesia. Le invaden sentimientos de ira.

Para las mujeres que no permiten que esta cuarta etapa las paralice, hay otro momento en que se plantea la responsabilidad de su propia búsqueda de Dios y de las elecciones que ha hecho en su vida. Percibe a un Dios que es tierno y vulnerable, apasionado y fuerte, que a lo mejor “se parece más a ella”.

En la medida en que se consolida esta nueva percepción de Dios, aumenta la confianza y el respeto que siente por sí misma. A la vez se siente más sensible hacia las otras formas de injusticia. Siente interés creciente por actuar a favor de la justicia. El sentimiento que predomina ahora es la confianza. Confianza en sí misma, en Dios, en la capacidad de los seres humanos de trabajar juntos para cambiar las cosas.

Podemos verla, en una fase posterior, formando comunidad con otras mujeres, con la clara convicción de que son iglesia, en un continuo esfuerzo por impactar las estructuras jerárquicas. Muchas mujeres que llegan aquí, toman la decisión de no aceptar un empleo dentro de la iglesia institucional, extendiendo, sin embargo, su ministerio a ámbitos fuera de las estructuras de la Iglesia y lejos de su control.

Hay otra etapa en la experiencia de algunas en que la mujer descubre dentro de sí misma una vitalidad renovada, su propia energía interior de mujer, que la capacita para mediar y para dar a luz a la Iglesia nueva. Se siente fuerte y compasiva. El sentimiento predominante es de paz interior invencible.
Trabaja en la Iglesia y con la Iglesia con la conciencia de que es en relación hombre-mujer como puede transformarse esta iglesia y sus estructuras. No confundir esta etapa con la primera. No es lo mismo estar de vuelta que no haber ido.



¿Qué alcance tiene todo ello y que repercusión en las iglesias?, ¿qué capacidad para actuar en nombre de la colectividad católica?. La cuestión de la ordenación sigue sin resolver, no tanto en lo relativo al asunto de género (que ahora parece obvio), cuanto en lo referente a la cuestión de vincular ordenación y toma de decisiones. La función sacramental de presidir la eucaristía es una cosa; pero tomar decisiones acerca de todo, desde el uso de los fondos, hasta los programas teológicos y contratación de profesorado, pasando por tanto, implica otros asuntos de sumo interés y en los que personalmente y coincidiendo con Mary Hunt estoy más interesada.¿Qué decimos cuando decimos que las mujeres somos iglesia o cuando hablamos o nos sentimos pertenecientes a la ekklesía de las mujeres .

Tendremos que ir clarificando estas cuestiones.¿Qué debemos priorizar en nuestras vidas y compromisos? ¿A qué debemos morir para que vivan otras cosas? ¿Qué hay que enterrar definitivamente? ¿Qué brotes de vida merecen la pena alentar?. En general, las mujeres tienen grandes dificultades para dejar cosas, compromisos, relaciones y se enredan (no en el sentido de hacer redes, sino en el de enmarañar) en mil cosas. Es fundamental, absolutamente imprescindible en este momento, que las mujeres se paren, analicen con cuidado la realidad y su propia realidad, incluyendo las sombras de la culpa, esa que dice que nunca haces bastante, que nunca eres bastante buena o valiosa, la necesidad compulsiva del servicio, de ayudar en todo y salvar a todos y al mundo. Qué más quiere el sistema que tenernos ocupadas haciendo cosas para que no pensemos....

Milita en movimientos antiglobalización, es catequista porque ya no lo hace nadie en su parroquia y hace falta, trabaja para ganarse la vida, dedica a su marido y sus hijas todo el tiempo libre que puede y con mala conciencia, estudia o hace un cursillo de formación teológica de vez en cuando para estar al día, quitando horas al sueño, porque ocio personal hace años que no le queda...y podría seguir.

Es imprescindible un buen análisis y discernimiento posterior junto a estrategias conjuntas y objetivos claros, a corto, a medio y largo plazo y concederse los medios para realizarlo. J. Chittister dice: “ Tenemos que saber lo que pensamos antes de poder decidir lo que debemos hacer. Si practicamos “buenas obras” sin cultivar al mismo tiempo los talentos intelectuales que nos permita profundizar en las causas de los problemas, se estará malgastando los mejores recursos que tiene un grupo para construir un futuro “.

Yo tengo un ejemplo muy gráfico: mi peluquera dejó negocio y tierra porque se enamoró, después de muchos avatares, se encontró de vuelta en su tierra con un hijo, embarazada de otro, sola, emocionalmente destrozada y la autoestima no sabía lo que era. Hasta aquí, es una experiencia bastante colectiva y conocida. Lo que me resulta fascinante es cómo afrontó esa situación, ¿Qué hizo?, con unos pocos fondos que le debían los del INEM y que casi ni esperaba, se compró una agenda, se puso un DIU y alquiló un local para poner otra peluquería. A esto se llama organizar la producción y reproducción, plantear prioridades, objetivos y pensar los medios y plazos adecuados para su consecución.

Creo que está aún muy interiorizado eso de que hemos venido a esta vida a sufrir, que esto es “un valle de lágrimas” que parece exclusivo de las mujeres. Excesiva memoria pasionis de género. Con demasiada frecuencia se ha venido y se viene invitando a las mujeres a unirse al sufrimiento de Cristo y permanecer pasivas y sin poder porque estas cualidades de resignación y “humildad” son cualidades estupendas para humanizar las relaciones, cuidando así del sano crecimiento de hijos y siendo el reposo de los varones que vuelven al hogar tras la agotadora vida pública. A esto se denomina “especial naturaleza” de las mujeres u otros nombres, siempre algo muy sublime. Pero que lleva directamente a soportar sufrimientos y abusos insoportables y absolutamente rechazables. Llegando a ser no sólo víctimas de quienes las maltratan con nombres y apellidos sino de la ceguera de toda una sociedad que, en el nombre de la familia, la santidad o el hogar, no hará nada para sacarla de esa situación o no lo que hay que hacer.

El patriarcalismo y el sexismo eclesiástico han contribuido al menos de estos tres modos a esta situación :
a) deshumanizando institucionalmente a los mujeres descalificándolas en razón de su sexo para acceder a lo sagrado y al liderazgo
b) justificando o intentando justificar teológicamente esta opresión patriarcal, de modo que la misma se perpetúe y además en el nombre de Dios.
c) promoviendo una falsa conciencia que permita tanto a opresor como oprimidos interiorizar ciegamente, acríticamente estos roles

Si hay demasiada “pasión de género”, tiene que haber, hay, “resurrección de género”. Y no creo que sea casualidad que, el título que han elegido para el congreso y esta ponencia las organizadoras, una la resurrección en cuerpo de mujer a su mente, a su capacidad intelectual, a su capacidad de pensar, porque recuerdo que lleva un subtítulo sobre la reflexión teológica hecha por mujeres. Es muy interesante, el cuerpo de la mujer tiene mente, cerebro, no sólo vientre, senos, sentidos, sentimientos, emociones. Resulta tener capacidad de definir el mundo y de definirse. Y todo esto lo irá haciendo mediante un largo proceso de toma de conciencia que incluye desde el rechazo a que la realidad es así, pasando por la curiosidad y el acceso a un nuevo modo de ver la vida y de comprender, hasta momentos de ira, de rabia, de romper con todo lo viejo, o momentos de impasse y no saber para donde tirar o finalmente ponerse a abrir caminos nuevos y aventurarse por senderos no definidos previamente.

Este es el gran cambio de este siglo, “la idea que las mujeres tienen de sí mismas” decía la escritora y ex ministra francesa Francois Giroud. Así lo define el sociólogo Anthony Giddens (actual decano de la London School of Economics). “Estamos ante un movimiento de fondo, largamente gestado por mujeres excepcionales que, aprovechando cualquier rendija, han convencido a otra mujeres, una gran mayoría anónima y animosa y a algunos hombres. Es un cambio sólido porque se trata de convencer, no de imponer. Las mujeres no imponen, proponen. Cuando han adquirido suficiente razón y experiencia, y sólo entonces, saben que están dispuestas para convencer, y esta es la situación del presente ”.

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TEOLOGÍA FEMINISTA (¿FEMENINA?)


Era necesario hablar de todo esto porque este y estos son los lugares desde los que la mayor parte de las teólogas españolas o hispanas a las que aludiremos han elaborado y elaboran su teología. De hecho, cuando la mayoría de las teólogas hablan de sí mismas y de su teología, prácticamente todas hacen referencia a algunos de estos procesos y de estos colectivos con los que se sienten más identificadas y en relación .

La teología española es una teología esforzada, peleada, sufrida, en primer lugar. Nacida mayoritariamente sin que las instituciones teológicas la apoyaran en absoluto, más bien al contrario, le iban- van poniendo barreras de obstáculos renovados y permanentes.

Nuestra Universidad no tiene la opción de la Teología como carrera civil, asunto que en otros países ha facilitado mucho el acceso a los estudios de cualquiera que así lo deseara. Como sabéis, nuestras facultades de teología son eclesiásticas y en general fueron pensadas para instruir a los futuros presbíteros y religiosos, obviamente todos varones. Algunas compañeras alemanas o austriacas, se encontraban después con la dificultad de las salidas laborales, aunque los centros de estudios y los oficios eclesiales protestantes acogían bastante de esta demanda.

En España, la selección empezaba antes de comenzar a estudiar. Por eso, nuestra teología es bastante adulta y multidisciplinar necesariamente. Dicho de otra manera, nuestras teólogas tienen otros estudios universitarios previos, con lo cual acceden con mayor bagaje cultural y de experiencia vital y eclesial a la reflexión teológica, ampliando así horizontes hermenéuticos, incluyendo contenidos y renovando metodologías en muchos casos. Y es sobre todo vocacional. De otro modo, no se entendería los precios personales que se pagan para acceder y ,especialmente, para permanecer en ella.

El desarrollo de la teología feminista española, está ligada como toda la europea a la recepción de la teología feminista americana. Aunque , como ya hemos visto, caían en terreno preparado. Autoras como Mary Daly, Rosemary Radford Ruether, Letty Russell, Elisabeth Schüssler Fiorenza y otras muchas forman parte también de nuestra tradición. Primeramente, tal vez en inglés o traducidas a otros idiomas y después peleándonos también las traducciones al castellano. Esta es una labor a la que algunas de nosotras dedicamos muchos esfuerzos, para asegurar una mayor recepción, habida cuenta de las dificultades con otros idiomas de la mayoría de la gente de este país. Ayudó mucho, en este sentido, los números que la revista Concilium dedicó a la teología feminista y que eso sí llegaba traducido. Asimismo fueron importantes otos nombres de tradición alemana como Dorotée Sölle o Elisabeth Moltmann-Wendell , Ida Raming o la holandesa Catharina Halkes. Con el paso del tiempo, comenzaron a formar parte de nuestra tradición también autoras como las brasileñas Ivone Gebara, Ana María Tepedinho, María Clara Bingemer o la mexicana M. Pilar Aquino u otras como la uruguaya M. Teresa Porcile con las que se ha ido compartiendo también el quehacer teológico y otros proyectos. Ha que tenerse en cuenta la relación tan intensa de España, y muy especialmente de la Iglesia española, con los países de América Latina y el intercambio casi permanente de experiencias, viajes, estancias, etc.

Cuando una se acerca a panoramas teológicos españoles, se encuentra con nombres como Mª José Arana, Carmen Bernabé, Felisa Elizondo, Mercedes Navarro, Isabel Gómez Acebo, Dolores Aleixandre, Esperanza Bautista, Trinidad León, Pilar de Miguel, Elisa Estévez, Emma Martínez, Pilar Wirtz, Marifé Ramos, María Tabuyo, etc. Pienso en otras de generaciones siguientes que empiezan a dar mucha guerra , como Lucía Ramón, Marta López, Inmaculada Calderón, Rosa Cursach, y también, etc.

Quisiera mencionar algunas de las obras publicadas por autoras españolas y que han ido ayudándonos a todas a ir avanzando y reformulando y pensando y corrigiendo. Quiero empezar por algunas obras colectivas, a modo de muestra, de un vistazo, pero también como reconocimiento a las directoras de los volúmenes por el trabajo realizado:

*10 mujeres escriben teología, dirigida por Mercedes Navarro y editado por Verbo divino en 1993 es de algún modo la presentación primera y de modo amplio de la teología feminista o, la teología hecha por mujeres, en España y en castellano. La directora dice en su presentación: “Nuestro libro tiene mucho de teología feminista, más o menos explícita. Los artículos de las diferentes autoras tienen estas características: a) una postura crítica de los temas y disciplinas ante el pasado en lo que a la mujer se refiere, b) una toma de postura desde la mujer y a favor de ella en el presente, que quiere hacer justicia a un olvido histórico y que pertenece al pecado de la Iglesia patriarcal, c) una decidida y valiente apertura creativa al futuro, en el que las mujeres nos sentimos sujetos responsables de la marcha de la Iglesia y de la reflexión de la fe que es la teología y d) el uso de la interdisciplinariedad y la apertura ecuménica en la elaboración de dicha teología. Las palabras elegidas: Biblia, Cristo, Dios, Esperanza, Iglesia, Mujer, Oración, Pecado, sacerdocio, Sacramentos, son términos bajo los que subyacen temas clave para la teología cristiana (teología y exégesis bíblica, cristología, teología fundamental, escatología, eclesiología, sacramentos, antropología teológica, espiritualidad, moral).

*Para comprender el Cuerpo de la mujer. Una perspectiva bíblica y ética, dirigida también por Mercedes Navarro y editada por Verbo divino en 1996. Cuando la Asociación de teólogas españolas celebró sus I Jornadas en 1993, abordaba como tema el estudio de la mujer y la ética teológica. Se suscitó la necesidad de seguir investigando la relación entre el cuerpo de la mujer y la ética. Esta publicación es el resultado de dos años de seminario de investigación al respecto. Encontramos temas como Cuerpo y comunidad, cuerpo, sexo y mujer en la perspectiva antropológica, Mitos y símbolos del sometimiento femenino, corporeidad, tierra, mujer y ecología, cuerpos de mujeres y biblia y una abundante bibliografía sobre el tema.

*Recordamos juntas el futuro. Materiales para grupos de trabajo sobre la mujer, dirigida por Mª José Arana y publicada por Claretianas en 1995. Como su título indica son una colección de materiales preparados por distintas autoras destinados a una primera toma de conciencia de la situación de la mujer en la iglesia, en los distintos movimientos que se preocupan de ello y del nuevo modo de ver la realidad que esto suscita. Han seguido publicando algunas carpetas más sobre Ecumenismo y otros temas.

*Europa con ojos de mujer. Primer Sínodo Europeo de Mujeres, dirigida por Pilar de Miguel y publicado por Verbo Divino en 1996, es un intento de acercar los grupos de mujeres españoles a las realidades de los movimientos y discusiones teológicas europeas de los años 90, en los que se percibe algunos cambios, de perspectiva sugerente, con respecto a los anteriores. En estos momento puede resultar interesante como recordatorio de lo que fue el Primer Sínodo puesto que se está preparando ya el Segundo, que será en Barcelona y con parte de las organizadoras contamos en estas Jornadas.

*Cambio de paradigma, género y eclesiología, dirigido por Carmen Bernabé y publicado por Verbo Divino en 1998. Este libro recoge las II Jornadas de Teología organizadas por la Asociación de teólogas españolas bajo el mismo título del libro. Encontramos en la obra dos apartados : Cambio de paradigma y género, abordado desde la teoría crítica feminista, el psicoanálisis, la historia y la teología y una segunda parte específicamente eclesiológica: Género y eclesiología.

*Colección En clave de mujer, dirigida por Isabel Gómez Acebo, apoyada por la Asociación de teólogas españolas (ATE) y editada por Desclée de Brouwer desde 1999 y que a fecha de hoy lleva 14 títulos entre espiritualidad, historia, traducciones, temas bíblicos y teológicos. Está teniendo la pretensión de propugnar una divulgación mayor de la temática amplia a que se enfrenta el pensamiento cristiano y teológico y la vida de las mujeres en la Iglesia. Así, se ha dado palabra a muchas mujeres de distintos ámbitos.

Y vosotras, quién decís que soy yo y Así vemos Dios son dos títulos que tienen que ver con los contenidos temáticos tratados en los dos últimos años en las Jornadas de la ATE: la cristología (2000) y el tema de Dios (2001).

Además de estas obras colectivas, merece la pena destacar algunas otras que no son sólo de información teológica, sino que aportan ya pensamiento propio original al pensamiento científico: María Magdalena. Tradiciones en el cristianismo primitivo de Carmen Bernabé, editada por Verbo Divino, 1994. La clausura de las mujeres. Una lectura teológica de un proceso histórico de Mª José Arana, editada por Mensajero, 1992. Barro y aliento. Exégesis y antropología teológica de génesis 2-3, editada por Paulinas, 1993 y Ungido para la vida. Exégesis narrativa de Mc 14,3-9 y Jn 12,1-8, editada por Verbo divino, 1999 de Mercedes Navarro.


Aunque mucho es lo que se mueve, y algunas de ellas han conseguido ser profesoras de algunas facultades o institutos teológicos y otras tienen ya una producción propia muy interesante. A pesar de que la teología feminista se ha convertido en algo con lo que hay que contar en el debate teológico y eclesial, sigue siendo, sin embargo “una rebelión en la frontera” que diría Hedwig Meyer-Wilmes.

En España y Francia tenemos un problema añadido, es la cuestión acerca del feminismo. Las teólogas aquí tienen cierto temor a designarse a sí mismas como tales. Sería interesante analizar a qué tienen miedo, qué hay interiorizado detrás de esto. Me parece muy interesante poder analizar las relaciones históricas o las no relaciones que el feminismo y el cristianismo han tenido en este país. En esto hallaríamos alguna respuesta.

No me resisto a citar unas palabras de una mujer muy querida en Europa y pionera en estas lides. Catharina Halkes definía hace más de 20 años el feminismo del siguiente modo: “Va más allá de la emancipación y la igualdad, que son presupuestos necesarios de un proceso más amplio, que es al mismo tiempo psicológico, socioeconómico y cultural”

No obstante, en este momento, algunas teólogas españolas comienzan a confrontarse con las teóricas críticas del feminismo español, como Celia Amorós, Amelia Valcárcel, Mª Jesús Izquierdo, Teresa del Valle y otras. Por aquí veo yo un camino fecundo. Y también en el surgimiento de pensadoras cristianas de otras disciplinas afines, sociología de la religión, sicología, historia, etc. Esto comienza, no sin dificultades, a ser posible porque nos hemos ido encontrando en la práctica militante y también ellas están aprendiendo a valorarnos. Creo que de aquí podría salir el pensamiento teológico feminista original y auténticamente nuestro, que responda a nuestra idiosincrasia. Tenemos asuntos universales comunes evidentemente, pero también debemos reflejar lo original y diferente de nuestra realidad.

Creo que la mayoría de esto está por hacer. Esto sería un trabajo interesantísimo y digno de una cátedra universitaria. Aunque si alguna institución nos subvenciona, la ATE estaría encantada de dirigir este proyecto, por poner un ejemplo. Este diálogo puede y debe hacerse también en las distintas aulas de género de las universidades. Sería un enorme servicio al país y las distintas comunidades autónomas. Hace tanto que llevo reivindicando esta cátedra que creo lo pondrán en mi epitafio: aquí yace una que murió en el intentó de pedir una cátedra de feminismo y cristianismo, o al menos como en Nimega. Esto y , por supuesto, la púrpura cardenalicia para unas cuantas.

En Francia, por ejemplo, una voz autorizada de la teología feminista es también la asociación “Femmes et Hommes en église”, que está abierta también a los hombres. Aunque algunas y algunos dicen que ese es también el camino aquí, yo no veo realizaciones y los que parecían intentos, se han tragado el pensamiento de las mujeres. Estoy más de acuerdo con el análisis que E. Schüssler Fiorenza hace de este asunto y que Mercedes Navarro también ha expresado . Ella dice que hay tres opciones para las mujeres que se acercan a la profesión teológica, por llamarlo de algún modo :

1.- Aceptar las cosmovisiones de la academia de la “clerecía” masculina, que nos ha silenciado como mujeres. Entonces se esfuerzan para dominar mejor estos discursos que los mismos hombres, así son aceptadas por los “maestros o padres teológicos”, que son sus guías en la materia. A menudo se ofenden cuando estudiantes u otras profesoras cuestionan el sistema académico patriarcal en términos feministas. Se convierten en “buenas hijas” de los “padres teológicos” y participan en los discursos académicos de los “padres”. No debe ser demasiado agresiva o asertiva y debe trabajar mucho y en la sombra. Con esta actitud se arriesgan a perder identidad, a no encontrar su propio “acento” y enmudecer sus voces teológicas y su creatividad religiosa. Esta posición también impide la posibilidad de cambiar el conocimiento kyriocéntrico y la óptica androcéntrica producida por los discursos académicos y eclesiásticos.

2.- Se rechaza o desdeña el trabajo intelectual, la investigación y las religiones bíblicas porque representan los discursos de una élite blanca masculina que socavan la autoasertividad y la autodeterminación de las mujeres. Pero recusar la investigación minuciosa, la teoría abstracta o la exploración intelectual como masculina significa reafirmar los estereotipos culturales de los hombres como pensadores racionales y de las mujeres como narradoras emocionales e intuitivas, además de otras cuestiones de la propia sombra que la Fiorenza analiza con la precisión que la caracteriza. Esta opción, que expresa este rechazo total a las instituciones académicas o que se nieguen a jugar “el juego profesional”nos priva a las feministas, no sólo de la posibilidad de hablar de manera diferente en la universidad y en la iglesia sino además de la oportunidad de adquirir las herramientas intelectuales, las habilidades prácticas y la posición institucional que nos permitirían producir un conocimiento “nuevo” del mundo, lograr que se escucharan nuestras voces teológicas y cambiar las propias instituciones teológicas y religiosas en beneficio de las mujeres y de todas las otras no personas.

3.- Esta se esfuerza por el bilingüismo intelectual que habla con “un acento extranjero”. Para posibilitar una práctica de la resistencia y de la “deslealtad” a la autoridad patriarcal, la teoría y teología feminista deben sostener siempre una reflexión de segundo orden en las luchas feministas para la liberación, así como seguir siendo responsables de ellas.
Sin embargo, se debe mantener consciencia plena de que esa convivencia patriarcal es una estrategia pragmática para la supervivencia. Sin tales prácticas de resistencia y de colaboración estratégica, los estudios de género, feministas o de mujeres en la religión simplemente reproducen la idea que se tiene sobre las mujeres en el marco discursivo patriarcal del mundo académico o de la iglesia.

Esta tercera opción nos obliga a explorar la situación personal contradictoria de la investigadora teóloga feminista . Es compleja y ambigua y difícil esta situación, pero además de oportunidades para la cooperación, nos brinda también innumerables hilos de inspiración, creatividad y energía para el quehacer teológico.

Hablando de las contradicciones tan tremendas que a veces vivimos, siempre recuerdo con humor, y esto nos ayuda muchísimo, cuando a Ivonne Gebara le preguntaron por su posible contradicción de seguir perteneciendo a su congregación, tras los acontecimientos tan duros que vivió en relación a cuando se le mandó callar por parte de Roma. Ella contestó que porque todos tenemos un tío capitán general al que adoramos aunque seamos antimilitaristas... En un mundo de relaciones tan asimétricas, pretender no tener contradicciones es estar loca o muerta.

Aunque las teólogas de la liberación feministas y críticas hablamos desde el interior de los discursos disciplinarios de la academia y de la iglesia, lo hacemos desde una situación socio-política similar a lo de los “extranjeras residentes”, simultáneamente miembros y excluidos: miembros en virtud de residencia o afiliación patriarcal a una institución masculina; excluidas en términos de lenguaje, experiencia, cultura e historia. Esta es una metáfora que propone E.S.F.,la de extranjera residente, para un movimiento y una política feministas de liberación en el seno de lo académico y de la iglesia .

Así, un creciente número de mujeres, estudiantes y profesoras, insisten en formular sus propias preguntas en términos de una hermenéutica de la sospecha, en articular sus propias reconstrucciones históricas y sistemáticas y en reivindicar su propia autoridad experiencial, teológica y eclesial.

Aunque sea sufrida y esforzada, la teología feminista también tiene vocación pascual, por eso creo que es fundamental recibir apoyo personal. Esto se hace desde las redes de mujeres, desde el aprecio y el reconocimiento, desde la oferta laboral y posibilidad de participar en proyectos de estudio y publicación.

También hay que empezar a hablar con seriedad de apoyos económicos, de solidaridad efectiva de los grupos, comunidades e instituciones. Es carísimo y esforzadísimo mantenerse en la producción y quehacer teológicos en las condiciones actuales. Creo que muchas instituciones que piden cursos y cursillos “con cierta alegría” porque quieren que lo haga “una mujer” (a veces escucha una unas frivolidades...), no se dan cuenta que se están beneficiando de esta sangría y que ellos o ellas no aportan lo que pueden o deben a su surgimiento y mantenimiento, me refiero a congregaciones, fundaciones, que, por otro lado, tan listas andan en subvencionar otros asuntos, en tantas ocasiones a falta de un serio discernimiento.

Hay también ejemplos en otros países europeos de mujeres adineradas que erigen fundaciones para que este tipo de proyectos de investigación se pueda desarrollar autónomamente a beneficio de un cambio de paradigma que ayude a un mundo donde los recursos estén mejor distribuidos, etc.

La teología feminista no es sólo un movimiento a favor de la igualdad de derechos en las iglesias, sino que cambia la perspectiva de la teología y sus contenidos. Los movimientos de mujeres en las iglesias se han dado cuenta de que la plena participación de las mujeres en la formación de teorías teológicas tendrá profundas consecuencias para la autocomprensión de la teología como ciencia y para sus contenidos.

Afirmo con Monika Jakobs que la teología feminista no se define por los denominados “temas de mujer” o por los investigadores que (¿casualmente?) son mayoritariamente mujeres, sino que pretende una nueva comprensión de la teología.

Algo que aporta esta hermenéutica es la idea, coincidiendo con la teología política y la teología de la liberación, de que la teología siempre toma partido, preténdalo o no. Por ello, será necesario formular ese partidismo y asentarlo sólidamente. Tiene como contenido “un consciente partidismo” frente a la seudo-objetividad, y expresa la obligación de la ciencia de ejercer una praxis liberadora ( en este caso, la praxis del movimiento feminista). Estos son temas de discusión y controversia actualmente, a los que la sociología está dando un gran impulso.

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REFLEXIÓN FINAL



El discurso autónomo e institucional se necesitan mutuamente. El constante reto a la teología feminista para que se justifique ha sido también una ayuda para no caer en la autocomplacencia. Sin embargo, los espacios autónomos son necesarios para dar vida a conceptos creativos y todavía incompletos en un ámbito protegido.

Mientras exista sexismo en las iglesias y en la ciencias, la vida como mujer consciente en la iglesia o como teóloga, ya se denomine feminista o rechace la denominación, significa vivir “en la frontera”. Y es sólo mediante la solidaridad como podremos hacer frente a estos desafíos.

Hace casi cien años que Matilda Joslyn Gage formuló esta tarea para la teología feminista:

“La lucha más importante a la lo largo de la historia de la iglesia es la que libran las mujeres por la libertad y por su pensamiento, y por el derecho a comunicar ese pensamiento al mundo”.

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